"UNO DEBE COMPRENDER LO QUE VE, O DE LO CONTRARIO NO LO VE." Heinz von Foerster.
En el famoso cuadro de El Greco “La expulsión de los mercaderes del templo” se retrata el siguiente pasaje biblico: (Jn 2,13-25): “Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado».”
En este pasaje bilbico el filósofo uruguayo Sandino Nuñez ha ubicado la ruptura primera entre lo político y lo económico, entre el interés colectivo y el privado, la instauración de una ley que separa lo sagrado de lo profano.
Valdría la pena preguntarnos si ese quiebre original, no representa hoy para nosotros una "ciega marca" que esta definiendo la manera como pensamos y sentimos, algo así como un velo que está delimitando lo que vemos y lo que no vemos.
La terca persistencia de una ciudad construida en un área historicamente destinada a parque público, ¿no debería interrogarnos sobre la capacidad de nuestros conceptos para dar cuenta de las transformaciones del territorio? ¿Que invisibilidades puede haber producido y puede estar produciendo la manera en que designamos las cosas?
Sacra Parkway, con ese viejo “cantegril a erradicar”, con ese "asentamiento irregular" no elegible para un programa de integración, esa "área de precariedad", esa "zona inundable". Ahora bien, ¿en estos años, cuánta energía hemos dispuesto para recorrer la actualidad ese territorio, para intentar escuchar e interpretar lo que nos pueda estar diciendo sobre el devenir de la ciudad y la manera en que sus habitantes se las arreglan para salir adelante? Sobre todo, deberíamos evitar la violencia conceptual que supone hacer de lo singular, solo un elemento más de nuestro cálculo abstracto. ¿No sería pertinente dejar de refugiarnos en la certidumbre de nuestras categorías, para emprender una lectura del territorio que nos permita construir nuevos conceptos, para interpretar esos procesos que tercamente la ciudad se obstina en presentarnos? Tenemos la responsabilidad de construir espacios que nos permitan pensar de otra manera, más allá de las portadas policiales del miedo o el último evento climático mediatizado, que transforma la ciudad en un mero objeto de caridad. Más allá de la ciudad- botin que algunos spots y discursos electorales no cesan de construir, constantemente produciendo un "otro" que debería ser erradicado. ¿Cuántas oportunidades de aprendizaje perdemos cuando pensamos que sabemos lo que el otro tiene para decir, cuando eludimos la responsabilidad de escuchar su palabra e intentar interpretarla?
¿Y si Sacra Parkway no fuera solamente una expresión de vida urbana degradada? ¿Si no fuera solo la parte maldita de un proceso de progreso y desarrollo nunca finalmente alcanzado? ¿Si fuera también una expresión del "derecho de cada uno a tener una opinión personal sobre la vida"? ¿Si fuera también un intento por parte de sus habitantes de hacer valer el derecho de construirse a sí mismos? ¿Tendríamos la capacidad de escucharlo?
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